sábado, 30 de mayo de 2009

"Sweet child of mine" o "Dulce Chiquilla mía" por: GUNS AND ROSES

"Ella tiene una sonrisa que me hace recordarlas memorias de mi niñez cuando todo era tan fresco como el brillo del cielo azul ahora y despues cuando vea su rostro me llevará a ese lugar especial y si miro demasiado tiempo probablemente me deprima y llore
Dulce chiquilla mia Dulce amor mío Ella tiene ojos de los cielos más azules Como si pensaran en la lluvia Odio mirar en esos ojos Y ver una mirada de dolor Su cabello me recuerda un lugar cálido y seguro Donde como un niño me escondería
Y rezo por el trueno Y la lluvia para tranquilamente pasar Dulce chiquilla mia Dulce amor mío ¿A donde vamos?¿A donde vamos ahora? ¿A donde vamos? Dulce chiquilla mía..."

jueves, 21 de mayo de 2009

MUJERES BELLAS Y MARIO BENEDETTI

Son las tres de la mañana y el insomnio es invencible. Miro una historia interesante en la TV. Relata el último día de libertad de un traficante. Sin embargo lo que atrapa mi atención es la belleza de su novia. Se llama Naturelle y hace honor a su nombre. Joven, espontánea, esbelta, dulce y sensual. Lo tiene todo para ser codiciada. Sin embargo pienso que se trata de un producto artístico – decir comercial implica hipocresía –, un anzuelo sutil para el deleite de los hombres. Estas cosas las conocía muy bien Mario Benedetti, quien partió esta semana a la inmortalidad. Su devoción por las bellas mujeres era desbordante, pero su sensibilidad social exigía amores que se conmuevan ante la opresión y la pobreza. Unos pequeños versos lo ponen de manifiesto: "tu boca que es mía y tuya / tu boca no se equivoca / te quiero porque tu boca / sabe gritar rebeldía. O este otro más contundente aún: tus manos son mi caricia / mis acordes cotidianos / te quiero porque tu mano / trabaja por la justicia. Artista comprometido y de una estoica consecuencia moral, sufrió los ataques de los matones que asaltaron el poder en su patria Uruguay. Partió al exilio en 1973 y vivió en Cuba hasta 1985. Observó en el lugar de los hechos los avances de la revolución y fortaleció su militancia socialista. De vuelta a su país terminó por convertirse en referente ético y artístico, y sobre todo se ganó el cariño y el respeto de sus compatriotas. "La tregua" es sin duda su más celebrado trabajo. Escrita en formato de diario personal, relata la redención afectiva de dos empleados públicos sumidos en la gris cotidianeidad de una vida existencialmente pobre. Lejos de contarnos irreales y ridículas historias de hadas o príncipes, los personajes de Benedetti son reales, pues se enamoran en oficinas burocráticas dando vida a estos tediosos ambientes. Es ahí donde brota la ternura y la heroicidad. Pintadas con fina destreza hace inevitable la identificación esperanzadora con los destinos de estos personajes. Lejos estuvo el maestro de vendernos artificiales historias engendradas por el marketing. Laura Avellaneda y el viudo Martín Santomé son personajes terrenales. Desprovistos de la exuberante belleza, tienen el encanto de la frágil sencillez y de la ternura. El idilio que construyen juntos está desprovisto de fastuosidades y soberbios egoísmos. En el fondo de su ser ambos saben de la inexorabilidad del tiempo y de la última oportunidad que les ofrece la vida. Así escribió (y también vivió) Mario Benedetti y sus obras son un manantial para espíritus idealistas y románticos. Imaginando una mujer como Naturelle (la bella esposa del gangster de la película) y la sensibilidad de las criaturas del maestro intento dar forma a estas palabras

miércoles, 13 de mayo de 2009

DYLAN AXEL Y LA EDUCACIÓN AFECTIVA

Los bebés son la mejor terapia para los males del alma. La frase puede traslucir exageración y egocentrismo, pero es real. Por algún designio divino, Dylan Axel lo sabe y con su risa de niño se lleva todas mis tensiones. Hoy volví atareado de un banco, cuyo nombre no diré porque me solucionaron el problema. Un cajero algo confundido detuvo un retiro urgente, pero en casa estaba mi pequeño extendiendo sus manecitas para que lo abrace y juegue con él. No obstante, en medio de tanto júbilo hay un inconveniente. Llegará un día en que Dylan Axel ya no será bebé. Emprenderá su propio vuelo y yo (más viejo) no tendré con quien jugar. Corresponderá orientarlo, lidiar con sus rebeldías (inevitables para su autonomía). Y lo más espinoso, ejercer de modelo, cuando muchas veces no puedo ni conmigo mismo. Siendo el desafío ineludible, reflexionaré sobre la trascendencia de la paternidad. Antes de avanzar, no puedo dejar de expresar mi irritable perplejidad, ante tantos niños negados o abandonados. No concibo que alguien se pierda tan enriquecedora y placentera experiencia. Porque se trata de eso. Disfrutar cada momento de aprendizaje y crecimiento mutuo. Nada se puede dejar para el mañana. Los hijos crecen tan velozmente que debemos gozar de cada minuto de su compañía, al mismo tiempo que nos preparamos y adaptamos para los cambios que se operan continuamente. El tema es mucho más complejo para glosarlo en estas líneas. Sin embargo se parte de tener la disposición y el entusiasmo para el aprendizaje conjunto. La clave es precisamente la reciprocidad. No asumir tajantemente que los padres lo sabemos todo y sólo los hijos deben aprender. Me refería en las primeras líneas a mi reeducación afectiva y al recíproco crecimiento, imposible sin la maravillosa irrupción de Dylan Axel en mi vida. Definitivamente no existen fórmulas para tener éxito en el monumental desafío de ser padre. Sin embargo, soslayar su importancia – léase, dejar el trabajo a la madre-, so pretexto de la falta de tiempo, empobrecerá nuestro desempeño en cualquier área y nos deshumanizará insanamente. Cuántas autoridades y funcionarios ineptos, corruptos e insensibles, carecerán de una educación afectiva adecuada. A través de costosos objetos materiales (fruto de sus “negocios”), tratan de compensar la falta de acompañamiento a sus hijos. Sí en el hogar han sido incapaces de desempeñar un fecundo rol, mucho menos lo lograrán en la función pública que es más amplia y compleja. Toco madera mientras ayudo a bañar a Dylan Axel, y no creo que exista en el mundo mejor forma de ser feliz.