miércoles, 25 de noviembre de 2009

RECUERDOS DE LLUVIA


Miro por la ventana la lluvia formar charcos en la calle. Un perro corre con su pelaje humedecido como si nada estuviera pasando mientras la gente angustiada saca el agua de sus casas. La lluvia en la ciudad se siente como un castigo por quién sabe qué culpas. Se le mira como algo extraño y agresivo. En el campo no era así. Precisamente ahora el olor a tierra húmeda me recuerda mis primeros años en la gran hacienda cuando la felicidad tenía el nombre de naturaleza. En esos tiempos, a similitud del perro callejero, no le teníamos miedo a la lluvia. Saltábamos de alegría mientras gruesas gotas caían en nuestra escasa ropa. El agua no se empozaba en las casas, corría por pequeñas quebradas cual riachuelos donde navegaban nuestros barquitos de papel. Cuando cesaba de llover, nos gustaba mirar el arco iris, mientras mi madre contaba historias sobre su significado. Nos decía que era una señal divina de que nunca se repetiría el diluvio universal. En ese entonces aún sentíamos a un Dios que protegía nuestra inocencia. Regreso al presente y lo siento muy diferente a mis recuerdos de niño jugando bajo la lluvia. Mil dudas y cuestionamientos asaltan la razón y el miedo y hasta la rabia son el precio. Ahora es la lluvia, pero son muchas cosas más las que nos espantan. Quizá todo sea consecuencia de habernos alejado de la naturaleza, al punto de convertirla en nuestra enemiga. Tal vez ahora mismo en el campo unos niños se bañan alegremente en la lluvia.

1 comentario:

caprimarcelo@yayoo.com.ar dijo...

Buscaba el poema de Borges, el de la despedida de Delia Elena San Marco, y lo encontré en tu blog, gracias Billy. Muy Hermoso lo que decìs de la lluvia.