martes, 22 de diciembre de 2009

CONVERSACIÓN EN LA NAVIDAD (DEL 2030)


Es navidad del 2030 joven Dylan Axel y quizá ya no esté contigo, y si lo estoy, la vejez habrá hecho estragos en mi organismo, pero no en mi mente (espero). Sin embargo, mi tiempo ya pasó y disfruté de él. Hoy es tu tiempo hijo mío. Ahora tú eres el presente y el futuro. A mí me queda el consuelo de vivir en tus afectos y en tus acciones. Regresaré en la historia para contarte como comenzó a cambiar la humanidad, y como evitamos la destrucción del planeta. Regocijémonos que no fue demasiado tarde, recordando que lo único tarde es el mañana. Hace muchos años en una ciudad llamada Copenhague hubo una gran cita. Los gobernantes de países ricos, y pobres se reunieron para salvar a la tierra. Por primera vez todos se miraron como iguales. Escucharon los informes científicos y tomaron las más sabías decisiones. Por ejemplo, las naciones desarrolladas se comprometieron a cambiar todos los vehículos e industrias a combustibles no contaminantes, Los países pobres por su parte acordaron cuidar su flora y su fauna. Las grandes corporaciones y los magnates pusieron todo su dinero para financiar los acuerdos No obstante, más significativo que los propios acuerdos, fue que éstos comenzaran a implementarse inmediatamente. Se impidió que los lobbies y las burocracias de todo el mundo trabaran las decisiones. Fueron los propios gobernantes quienes se pusieron a trabajar. La población sorprendida observaba en la televisión como presidentes, ministros y altos funcionarios vigilaban fábricas y ensambladoras de automóviles para que se cumplan las metas en los plazos fijados. En países como el nuestro las autoridades supervisaban los masivos trabajos de reforestación. Se crearon miles de reservas naturales para proteger las especies en extinción. Sólo quedaron las explotaciones mineras no contaminantes, las otras fueron clausuradas. Las donaciones provenientes de las grandes reservas de cereales y lácteos de los países ricos, y el apoyo tecnológico a la producción de los países pobres permitía que los escolares de Inicial y Primaria recibieran sus desayunos y sus almuerzos. Y fue así como todo cambio Dylan Axel. Ahora vayamos a caminar. Miremos a la gente, las luces de navidad y a los niños jugar. Recordemos nuestras infancias y purifiquemos el corazón (yo más que tú). No olvidemos que celebramos el nacimiento del Salvador. Aquel que en su segunda venida no murió crucificado como en la primera, aunque de nuevo vino a salvar a la humanidad de su egoísmo y de su auto destrucción. Volvió para abrir nuestros corazones, y lo hizo aquella vez en Copenhague, aunque pocos lo notaron. Por ello esta navidad es más esperanzadora que nunca y esta noche se lo agradeceremos en la misa de Gallo. ¡Viva la vida hijo mío!

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