domingo, 10 de enero de 2010

APRENDIENDO A CONQUISTAR


Hay una tendencia, casi siempre inconfesable, de comparar a tu pareja con la de tus amigos. Si sales "ganando" no habrá mayor problema, pero si no es así la mayor parte de las veces no podrás vencer tus deseos de despojarlo (siquiera imaginariamente) de aquello que consideras merecer más que él. Las mujeres en cambio, mucho más observadoras e intuitivas, inmediatamente saben cuando han despertado el interés de un hombre. Si el galán les resulta atractivo utilizarán sus mejores armas de fascinación, sino a lo mucho serán gentiles. La mujer es más refinada, pero efectiva, para seducir. Su estrategia está hecha de gestos a los que el varón no puede resistirse. Una mirada furtiva, una sonrisa que se diluye en los labios, un caminar insinuante. Un acto provocativo y desafiante es hacerle cariños a su pareja sólo para hacer provocar. “Te mueres por tener lo que él tiene” parecen decir atormentado más al pretendiente que comienza a sentirse perdedor. Esa es la palabra clave. A ningún hombre le gusta perder cuando de mujeres se trata. Los más torpes resolverán el asunto (su envidia) con una tirria al afortunado. Los más diestros, iniciarán todo un ritual de conquista dotado de paciencia y perseverancia. Se trata de que la musa tenga claras las intensiones del conquistador, pero su pareja no. Por ello debe combinarse respeto con finas atenciones que toquen la sensibilidad de la “Julieta”. Algunos tienen todo un libreto ya aprendido y repetido a la saciedad. Palabras como: “Supongo que te has dado cuenta como sobresales entre todas las invitadas”, o, “De quién heredaste esa hermosa sonrisa”, son parte de estos guiones. Sin embargo, además de los cumplidos, pocos hombres conocen la efectividad de escucharlas con interés, antes que hablar y hablar. La clave es descubrir un tema que  la apasione, para hacerle las más interesantes y oportunas preguntas. Ahondar en sus conocimientos y celebrar sus ocurrencias garantizan el puente de confianza a través del cual se llegará a su corazón. Se trata de conducirlas desde la risa regocijada hacía la ternura femenina que se alimenta de sus recuerdos y sueños infantiles. Logrado esto ya se habrá asegurado por lo menos un ansiado beso. ¿Parece fácil no? Sin embargo sólo la experiencia asegura el éxito, aunque sea (como dije líneas arriba) en el mundo de la fantasía...

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