viernes, 8 de enero de 2010

CRISIS DEL AUTO EXILIO

A estas alturas de la vida y quizá demasiado tarde, he descubierto que perder amigos y amigas es uno de mis peores defectos. He asumido erróneamente que la amistad fluye naturalmente y que no es necesario hacer llamadas, indagar cumpleaños para saludar, asistir a reencuentros, ir a misas, visitar, etc., etc. De esta forma me he ido quedando sin amistades, al punto de ser arañado por aquel tipo de exilio donde no hay nadie con quien tomar un café. Refugiado en la literatura o en la música he creído compensar la falta del calor humano que sólo brindan las personas que me han conocido algo, y yo a ellas. Estúpidamente he pensado que escribir cosas publicables basta para tener la atención permanente de los seres que un día me quisieron. En mi egocéntrico estilo selectivo y presumido de platicar sólo sobre temas “interesantes”, he perdido la espontaneidad de un diálogo coloquial, por ejemplo, sobre el casamiento de la ex compañera más linda de clase. Seguramente mi intelecto ha crecido, pero mis afectos amicales se han empobrecido patéticamente. Luego el infantil orgullo de que no tomar la iniciativa hasta que el otro lo haga o incluso una broma fuera de lugar y el no valor para pedir disculpas, han contribuido a esta orfandad que crece y crece. Y así me encuentro cada noche sentado ante el computador sin que el celular suene trayendo un mensaje que sea una caricia para mi alma siempre amenazada por los vacíos. Mi vida transcurre más en el mundo de las fantasías (y también de las pesadillas), antes que entre las risas y abrazos de aquellos con quienes compartí gratos momentos. No sé cuanto pueda resistir. Desconozco si prescindir del contacto humano acrecentará mi desosiego. Al menos estoy empezando a vislumbrar que algo anda mal y necesita mi urgente atención. Por lo pronto ya me convencí que estoy a millas de Alfredo Bryce a quien le bastaba escribir para que lo quieran. La otra posibilidad es que, penosamente, carezco – ojalá sea sólo por ahora - del estoicismo que me permita hacer de la soledad la dulce paz donde la comunión con uno mismo es perfecta. A PROPÓSITO DEL TEMA, ESCUCHEMOS AL MAESTRO ALBERTO CORTEZ http://www.youtube.com/watch?v=hjfH2oNsa34

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