martes, 28 de junio de 2011

EL AMOROSO SILLÓN

Hay objetos materiales que significan tanto en nuestra vida que merecen más que escribirles unas líneas.

Era marrón y enorme el sillón de su casa, ubicada en el centro y cerca de mi paradero). Ahí estudiábamos hasta que su abuela se iba a dormir. Entonces se convertía en el perfecto lecho de amor donde la pasión invadía el lugar hasta que, después de férrea resistencia, era expulsada por la culpa. Es entonces que tenía que calmarla con enorme comprensión y ternura para que se vaya a dormir tranquila. Ella conocía mis debilidades (como yo las suyas). Cuando quería motivarme se ponía un polito y un short rojo que eran como una segunda piel que cubrían y resaltaban la suya, blanca y divina. Se sentaba en mis piernas y luego los besos y caricias se sucedían en apasionados episodios que la adrenalina de que alguien nos descubra le daban el encanto de lo prohibido. Cada vez avanzábamos más, lo cual significaba una culpa mayor de su parte y un trabajo mayor para sosegarla. Era hermosa (aunque muy engreída). Su cuerpo era esbelto y su fino cuello tenía la suavidad y el aroma que deben poseer los ángeles. Decenas de veces mis labios se solazaban en él, mientras le susurraba cosas bellas al oído. Ella gemía suavemente (no vaya a escuchar la abuela) y apretaba mis hombros con desesperación. Luego me apoderaba soberanamente de sus labios. Inventábamos mil formas de jugueteos desesperados, pues lo que ansiábamos es no tener que separarnos jamás. A veces debía curarme las deliciosas heridas que dejaban sus dientecitos en mi boca. Pero todo valía la pena.

No es necesario ser explicito. Sólo diré que aún conservo la celestial sensación de haber recorrido cada centímetro de la tersura de su piel. También se mantiene vivo el fuego que despertaba su boca en mi cuerpo.

Ese generoso sillón nos enseñó a conocernos, a explorar nuevos territorios, y sobre todo a amarnos con sin límites, por ello tiene mi eterno tributo.

Todo cambió cuando se fue a vivir más lejos. Ya no podíamos quedarnos solos , y sobre todo ya no estaba el acogedor sillón de nuestras noches de amor. Otras motivos también nos fueron alejando. Inexorablemente, terminamos tres meses después...

viernes, 24 de junio de 2011

EL ATRACTIVO DE LOS GRANDES DERRIERES

Es típica la imagen de un hombre regresando a mirar a una mujer de llamativo derriere. Ella lo sabe y suele lucir con orgullo este centro de interés recibido de natura. La pregunta es: ¿Por qué a los hombres les atrae poderosamente la parte trasera de una mujer? Veamos. En los albores de la humanidad el homo sapiens descubrió que las mujeres de caderas más anchas tenían mejores condiciones para procrear a los hijos. En esas épocas el hombre era presa fácil de las fieras, mucho más fuertes y ágiles que él. Entonces la naturaleza escribió en sus genes (como en todas las criaturas) la imperiosa necesidad de la supervivencia de la especie más allá del individuo. Consecuentemente, nuestros ancestros buscaban mujeres de nalgas generosas para copular y tener descendencia. Similar deseo despertaban los bustos prominentes, pues alimentarían abundantemente a los retoños, y crecerían fuertes y sanos. Así hasta llegar a nuestros días.
La cultura, y especialmente la religión judeocristiana, devaluaron los atributos del cuerpo, para exaltar los espirituales. Sin embargo, los mandatos genéticos ancestrales se mantuvieron y comenzaron a expresarse abiertamente durante el renacimiento, y más notoriamente durante la liberación sexual. La industria publicitaria descubrió (y degeneró) el inmenso potencial de unos exuberantes glúteos y bustos, convirtiéndolos en objetos sexuales, incluso desvinculados del concepto de mujer. De ahí a los pantalones y vestidos ajustados, la minifalda, hasta llegar a la ropa íntima pequeña que se luce debajo de una tela semi transparente y que opera como imán para los ojos de los hombres. Un pantalón blanco ajustado en el cual se nota claramente el pequeño triángulo que marca la diminuta tanga o el hilo dental es un perturbador atributo que puede poner un hombre a los pies de su dueña. El asunto de fondo que nos congrega es explicar las raíces que subyacen en el incontrolable impulso a mirar unas posaderas imponentes. No se trata únicamente del deseo de poseer a la mujer que las luce. Si fuese así, lo más lógico es que fijáramos nuestra mirada en la parte delantera, antes que en la de atrás. Insisto, estamos ante un llamado ineludible de la naturaleza para preservar la especie. Nuestros antepasados cazadores, miraban y luego tomaban a la mujer de amplias caderas que se presentaba a sus ojos porque tenía los atributos para convertirse en una saludable madre. Hoy, sólo las miramos, a veces embobados, recordando (quizá con nostalgia) al antepasado que bajó de los árboles y se hizo inteligente.
Una anotación final. La cultura light ha impuesto los cuerpos femeninos delgados y esbeltos, cambiando ligeramente nuestros gustos. Hoy no es indispensable que un derriere (o unos bustos) sean exuberantes e imponentes, basta que sean firmes, erguidos y redonditos para atormentarnos la calma y dejarnos con la codicia del bien ajeno y prohibido...

jueves, 23 de junio de 2011

MUJERES BELLAS Y HOMBRES RUDOS

Hace poco leí que un estudio científico había revelado que la mayor parte de las mujeres bellas se sienten atraídas por hombres de aspecto rudo y agresivo (recalco lo de aspecto). La hipótesis planteada para explicar dicha predilección era de origen genético. La mujer de las cavernas descubrió que uniéndose a hombres fuertes, agresivos, temerarios, se sentía más segura (ella y sus hijos).

Esta milenaria herencia ha sobrevivido a lo largo del tiempo, manteniéndose en el plano inconsciente (por no decir instintivo). Esto explica, en mi opinión, que en ambientes particularmente violentos y peligrosos, los matones y jefes de pandillas más avezados tengan consigo a las mujeres más hermosas.

En otros ambientes, no precisamente pandillezcos, la competencia entre los "machos" se da por el éxito, principalmente económico, social, y político. En otras palabras las mujeres de estos "niveles" se sienten atraídas hacia el poder y hacia la popularidad (en el plano inconsciente), pues asumen que ahí encontrarán protección y seguridad.

Consecuentemente, las reinas de belleza, las modelos, las actrices, las bailarinas, en general las mujeres bellas, se casan con gerentes, altos funcionarios y artistas famosos. Claro que de vez en cuando alguna historia romántica rompe el esquema, pero precisamente, la excepción confirma la regla. Y es que es imposible negar que casi todos los hombres somos capaces de las más grandes locuras por una beldad.

Los feos y los débiles hemos inventado otras formas de llamar su atención, de conmoverlas para poder conquistarlas. La palabra es una de ellas (mi cómplice laptop me guiña el ojo). En verdad nos costó siglos cultivar su sensibilidad. Es después de la edad media en que se impuso el romanticismo y las mujeres (bellas y no tan bellas) se hicieron vulnerables a la poesía y a otras expresiones de amor. Sin embargo, lo cultural no puede competir con lo genético. Inevitablemente, la belleza va a seguir acatando el mandato de sus ancestros, sencillamente para procrear hijos sanos y fuertes y así preservar la especie.

Por ello, hay que detenerse un momento la próxima vez antes acusar a las mujeres lindas de interesadas o convenidas. Lo cierto es que lo que gobierna sus sentimientos está firmemente tatuado en los laberintos más sólidos de su psiquis. Entonces, la máxima aspiración será encontrar hombres que aseguren la perpetuidad de la raza humana. De no haber sido así ya habríamos desaparecido, víctimas de las fieras.

De ahora en adelante trataré de mentalizarme para no obsesionarme por las mujeres bellas. Después de todo, ¿quién podría vencer a la dictadura de los genes? (quizá algunos perdidamente románticos)…

martes, 21 de junio de 2011

ETERNAMENTE CHELITA

El cáncer es un cuervo de alas siniestras que no hace distinción para elegir a su víctima. Arremete ferozmente llevándose la alegría, los sueños, los anhelos de almas en pleno apogeo. Algunas veces se encuentra con seres bizarros, valientes, luchadores, plenos de vida. Le hacen resistencia, pero el cuervo espera los flancos vulnerables para dar su estacada mortal. Sólo sí lo alcanzamos a ver a lo lejos, podemos disparar la flecha de la prevención para derribarlo en pleno vuelo.

Toda esta introducción para escribir sobre ti Chelita (dicen que tu nombre fue Analí), cuyas imágenes marcaron la adolescencia de quienes nos enamoramos de ti a través de la televisión. Eran los formidables ochenta. Con su música y sus programas por televisión de señal abierta, matándonos de risa los sábados en la noche, enamorados (lo reitero) de ti Chelita, sin siliconas, ni poses de grandeza. Y así fue como nos morimos de envidia cuando supimos que el flaco feo de Felpudini había conquistado tu corazón. Eso demostraba que no mirabas rostros ni bolsillos. Siempre serías la esbelta bailarina que atormentaba al jefecito. Cómo no quererte si eras tan auténtica, lozana y deportista. ¿En qué momento de tu saludable existencia le diste ventaja al cuervo? ¿En qué momento te descuidaste, secreto y platónico amor de tantos ochenteros?

Se agotan las palabras Chelita, una oración de cariño y de admiración, ahora que has partido a la eternidad. Gracias por dejarte amar sin protestar... Algún día coincidiremos en el destino final...

lunes, 6 de junio de 2011

¡VUELVE. MIL VECES VUELVE!


Volveré los ojos cuando tus labios no pronuncien mi nombre.
Te llamaré en silencio, entonces, 
las lágrimas ignotas, se desbordarán en mi alma peregrina, 
y te amaré setenta veces siete.
Recorreré nuevamente las calles cómplices en recuerdos. 
Las hojas llevadas por el viento,
tomarán la forma de mis quimeras,
pero ya no reverberan.
Mujer de mis sacras tempestades.
Me amaste sólo cinco veces en la lozanía de un lecho cubierto de ternura.
Pude dibujar con mis labios cada pliegue de tu piel
y eso bastó para embriagarme el alma eternamente. 
Sí, como dicen, el amor nunca muere, 
por qué en mi corazón hay un vacío que tiene tu sonrisa.
Declaro una y mil veces. ¡REGRESA AL PARAÍSO DE MIS ANSIAS!
¿Cómo celebrar el conjuro de la posesión de tu destino?
El tiempo es inexorable y sin el poder del hechicero,
ya es imposible escribir las palabras que vuelen hacia ti,
a humedecer tu piel de diosa por mi creada....
Es terrible despedirme de tus besos para siempre. 
Es lacerante pensar que soy parte del olvido.
Es patético escribir sin conmover uno sólo de los pétalos de tu alma...