martes, 21 de junio de 2011

ETERNAMENTE CHELITA

El cáncer es un cuervo de alas siniestras que no hace distinción para elegir a su víctima. Arremete ferozmente llevándose la alegría, los sueños, los anhelos de almas en pleno apogeo. Algunas veces se encuentra con seres bizarros, valientes, luchadores, plenos de vida. Le hacen resistencia, pero el cuervo espera los flancos vulnerables para dar su estacada mortal. Sólo sí lo alcanzamos a ver a lo lejos, podemos disparar la flecha de la prevención para derribarlo en pleno vuelo.

Toda esta introducción para escribir sobre ti Chelita (dicen que tu nombre fue Analí), cuyas imágenes marcaron la adolescencia de quienes nos enamoramos de ti a través de la televisión. Eran los formidables ochenta. Con su música y sus programas por televisión de señal abierta, matándonos de risa los sábados en la noche, enamorados (lo reitero) de ti Chelita, sin siliconas, ni poses de grandeza. Y así fue como nos morimos de envidia cuando supimos que el flaco feo de Felpudini había conquistado tu corazón. Eso demostraba que no mirabas rostros ni bolsillos. Siempre serías la esbelta bailarina que atormentaba al jefecito. Cómo no quererte si eras tan auténtica, lozana y deportista. ¿En qué momento de tu saludable existencia le diste ventaja al cuervo? ¿En qué momento te descuidaste, secreto y platónico amor de tantos ochenteros?

Se agotan las palabras Chelita, una oración de cariño y de admiración, ahora que has partido a la eternidad. Gracias por dejarte amar sin protestar... Algún día coincidiremos en el destino final...

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