Existías ya
en los confines de mi ser
antes de que te materialices,
con esa tu embriagadora piel,
que mis manos ansiarán
hasta la inmovilidad de la muerte.
Y te declaré mi amor,
cuando envuelta llegaste
en la cristalina frescura,
del vestidito de tu púber hermana
pintado de fresca primavera.
Y me dijiste "NO" con esa inexpugnable risa,
que no admitía insistencias.
Entonces te seguí buscando,
en la mirada sacrosanta
de otras redentoras samaritanas,
pero sin la invitación a pecar de tus labios.
Ahora pienso que tenías el poder
para decidir mi desdicha,
con sólo negarme tus besos.
Ahora salgo a la calle y te busco,
entre la multitud te descubro,
y vuelvo a poetizarte con la mirada,
pero TÚ, indiferente y altiva, me dejas,
con la huérfana sensación
de lo ajena que nos resulta
la inmortalidad de las divinidades.
Por ello esta noche, vuelvo a celebrar
el nácar del tesoro de tus muslos,
dueños de la absoluta hermosura,
prohibida para mis anhelos post primaverales;
y también vuelvo a recrearte,
con la radiante sensualidad,
que en mí se convierte en desgarrada quimera,
de mi alma huérfana de tus labios...
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