sábado, 5 de abril de 2014

CULPA E INOCENCIA

A pesar de los años sigues tan vigente como si ayer te hubiese conocido y amado. Tu ángel restableció la inocencia en mi, convirtiendo el sexo en un accesorio prescindible, e incluso trivial. Nuestro idilio se edificó de miradas, risas, divertidas pláticas y aquellas caminatas donde tu mano era el premio más grande por "haberme portado bien". Incluso me encantaba como me regañabas tiernamente. Sin embargo, algo se quebró aquella noche en que ya no resistimos al impulso de "adultas" caricias. Entonces te marchaste triste a tu casa y yo confundido a la mía. Habíamos trasgredido la frontera de la pureza de nuestros ojos y la culpa se instaló como una estaca en el corazón. Te alejaste de mi dejando ese vacío que hoy trato de llenar como una redención a mi alma huérfana de tu encanto. Por ello, a estas alturas pienso que (al menos entre nosotros) el adiós es una pérdida antes que una ausencia. Pues un día nos conocimos y comulgamos en una misma sensibilidad que nos sacó de la pobreza de la realidad y creó para nosotros un maravilloso universo construido de inocencia...
Se ama para mañana tener hermosos recuerdos. Aunque lastima un poco, es lindo evocar momentos y emociones bellas. Con el tiempo el corazón se vuelve generoso y no pide retribución a cambio, pues es feliz en los confines de los sueños y de las nostalgias...

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