miércoles, 29 de octubre de 2008

SOBRE "EL PRINCIPITO"

El cuento “El Principito” es, entre muchas cosas, una metáfora de la amistad. El aviador busca un amigo que lo entienda. La prueba consiste en mostrarles su dibujo (una boa tragándose a un elefante). Todos veían un sobrero (captaban lo exterior). Sólo el Principito tuvo la fantasía para mirar la boa y el elefante dentro del aparente sombrero. A pesar de ser un niño el protagonista, la historia es tremendamente humana. En una época donde el éxito económico se ha convertido en sinónimo de felicidad, hemos perdido el interés en mirar lo “invisible a los ojos, pero no al corazón”. El mundo de los afectos no ha sido una excepción. “escoger un buen partido” significa unirse a alguien físicamente atractivo y/o con alto status socio económico. Consecuencia, en la práctica, conseguir pareja se va convirtiendo en una “inversión” o en un “negocio”. Parte de esta tendencia extremadamente materialista y hedonista, la ha impuesto la televisión que manipula, a través de la publicidad, nuestros afectos. Es natural que la belleza física y la riqueza nos atraigan, pero ambas poco valen si no van acompañadas de la belleza interior que no es efímera. ¿Algún día aprenderemos, como el Principito, a mirar con el corazón?

miércoles, 22 de octubre de 2008

LA VERDAD TAMBIÉN LASTIMA

La película “Closer”, además de mostrarnos la brillante actuación de dos diosas del cine: Julia Roberts y Natalie Portman, es una historia de amores intensos. Éstos, aunque autodestructivos y dolorosos, son también descarnadamente humanos.Y es que intentar atrapar el amor en un rígido esquema moral, termina por desnaturalizarlo, pues, al igual que la persona, es un tempestad imposible de dominar y de la que sólo nos queda protegernos.El film (hay que verlo para juzgarlo en su real dimensión) propone como la verdad, llevada a su brutal extremo, se torna en una incontrolable fuerza devastadora e hiriente. Cuando Larry le pide a Anna que lo dejé, porque se ha acostado con una prostituta, ella le reprocha despechadamente habérselo dicho, pues lo siente como una humillación.Sin embargo, no sólo en los afectos, la “adicción” a la verdad llega a lastimarnos mortalmente, sino en otras esferas de ese enorme misterio llamado Vida. Es más, supeditar ésta al cumplimiento estricto de un solo valor terminará por convertirnos en seres ultrajados por el sufrimiento y el masoquista sacrificio. Algunos ejemplos nos darán luces. Quien practica la libertad hasta el extremo, terminará ahogándose en su propio egoísmo. Quien hace de la paz su reacción permanente, terminará siendo vejado (Ghandi y Luther King fueron asesinados) por los otros. Quien sólo encuentra sentido en la caridad, terminará mendigando un trozo de pan.¿Será imposible entonces vivir en función de los valores? Pues, afortunadamente no. Se trata de contrapesar y equilibrar unos con otros. Si la frontera de nuestra franqueza es la bondad, no lastimaremos a los demás con verdades triviales y prescindibles. Si el límite de la igualdad es la irrepetible singularidad, no reprimiremos toda expresión de genio artístico. En fin si el borde de nuestro amor (de pareja) es la dignidad, no lo degradaremos ofrendándolo a quien no lo merece.

martes, 21 de octubre de 2008

LOS HOTELES SIN AMOR

Para los solitarios (de sensación y no de circunstancia) las habitaciones de hotel  sin una angelical compañía, suelen ser lúgubres y deprimentes. Nunca el lujo o el confort remplazarán a la voz suave y ardiente del ser amado.  Recuerdo – lo declaro con honda nostalgia – haber sido sorprendido maravillosamente por el alba, después de, toda una noche intercalando momentos de ternura, de pasión, y de embelesadas risas. Hasta hoy suelo despertarme algunas madrugadas sintiendo la ausencia de esa piel suave y ardiente que me dio noches de poético delirio. Ni las exóticas alfombras, ni las finas sábanas de exclusivos hoteles, han colmado mi melancólica ansiedad por su celestial presencia. Evidentemente no se trata de sexo (en todas las ciudades se puede comprar), sino de experimentar el estremecimiento (en retrospectiva) de tocar las cumbres de la felicidad, y de la aflicción porque esos momentos siempre serán efímeros e insuficientes. Cuando ya no se es tan joven, desaparecidas las urgencias y las culpas, se puede saborear y atesorar cada segundo de amor para convertirlo en sublime recuerdo. No obstante, cada vivencia (los labios y las caricias de una diosa) será irremplazable e  hirientemente anhelado hasta la eternidad,  y de ellas brotarán lastimeros y tiernos recuerdos que ahora trato de trasmitir...

sábado, 18 de octubre de 2008

SOBRE REGALOS E INOCENCIA

Con Patty (mi primer amor) solíamos entrar a las tiendas y hacer travesuras para reír como locos. Éramos demasiado jóvenes aún y transgredir la norma era la autoafirmación más vital y emocionante. No sentíamos culpa a pesar de escandalizar a más de uno relatándo nuestras aventuras. Pasó el tiempo y otros amores – como a todo el mundo – me regalaron inmensos momentos de dicha, pero a veces extraño esa época donde nos importaba poco lo que los demás pensaran...
Llegado el día cuando lo más incómodo es que te pregunten "¿Cuántos cumples?", intenté volver a esos días so pretexto de la celebración. Después de tanta insistencia, mi más audaz y cómplice amiga accedió a ser mi “regalo” y así ambos recobrar la inocencia perdida. No relataré lo que sucedió, pero hubo mucho más de infantil juego y ternura que de pasión. La adrenalina de lo prohibido fue lo que nos devolvió mucho de la libertad y del brío que dormía esperando una ocasión.
Ahora comprendo que la vejez es de algún modo el miedo a cruzar la frontera que nos devuelve a la inocencia. Pasan los años y nos hacemos esclavos de la opinión ajena. Perdemos esa intensa rebeldía que nos hace sentir capaces de mandar al diablo todo y no morir en el intento. 
Ser adulto es actuar de acuerdo a los imperativos de la conveniencia social y del decoro, pero al mismo tiempo es deshumanizarnos. Si gritamos o saltamos en medio de la calle nos dicen locos y nos lo creemos. Los niños son libres e inocentes porque aún no han sido contaminados por el “que dirán” y me pregunto ¿NO ES REGOCIJABLE DEJAR LA MÁSCARA DE LA ADULTEZ, SIQUIERA UN DÍA, Y REGALARNOS AQUELLO QUE EL MORALISMO REPRIME?

lunes, 13 de octubre de 2008

SUBLIMACIÓN DE UNA AMANTE

En el mundo de nuestros afectos lo cuantitativo se torna cualitativo. El enigma de nuestro amor puede descender al abismo de la pragmática superficialidad, o elevarse la cima de nuestra apasionada profundidad. De jóvenes casi todos somos lo segundo, pero llegada la adultez, nuestro corazón se enfría y la poética ensoñación da paso a la resignada repetición.
“Poner los pies en la tierra” es la expresión más patética del abatimiento de nuestro paraíso de quimeras y es también el pasaporte a la poquedad y a la resignación. El hombre ha inventado las celebraciones externas, con su artificialidad y enajenación para regresar a ese mundo que no se atreve a vivir. Por ello, no es extraño escuchar a los ebrios decir cuanto “quieren” a los suyos, para retornar al otro día a la resaca de la mezquindad amorosa. No obstante, la luminosidad afectiva no muere y suele despertar ante la ternura de un repentino ser alado, casi siempre ajeno o tardío. Esa mujer que te hace recordar que aún es posible vivir con intensidad la han "bautizado" como amante. Lejos de ennoblecerla,  la “sociedad” (promotora de los conformismos) ha estigmatizado a estos ángeles, cuando su único pecado es salvarnos de la mediocridad. Podemos alzar vuelo en sus alas, pero el precio puede ser doloroso. Sólo si tienes el valor de asumir las consecuencias de tus actos entrégate al "prohibido" fuego de un nuevo amor. Mientras tanto (como yo), dale vida en tu imaginación y escribe cosas como ésta...

viernes, 3 de octubre de 2008

DISTANCIAS Y AMORES ADOLESCENTES

Daniel F escribió la canción “Distancias” a su flaca que vivía en el otro extremo de la ciudad. Uno de los versos dice: “como detesto un día sin una llamada tuya”. Era la década de los ochenta. Se refiere al teléfono casero o fijo que seguramente el padre de la musa no le dejaba usar. Hoy todo el mundo tiene celular y llama cuando y donde quiere. Sin embargo aquellas épocas fueron más románticas. Recuerdo gastarme todas mis propinas llamando en esos teléfonos monederos ubicados en lugares estratégicos. Valía la pena esperar aquella voz que me dejaba arrobado medio día.Y es verdad, a los quince se puede amar sólo por teléfono, e incluso por correspondencia (por email me corrige un yupie). Más tarde el corazón ya no vibra ante el fono. La prisa, la falta de tiempo, el trabajo, disfrazados de madurez, convierten una llamada en un trámite. Todo cambia. Preferimos sexo al paso, a una larga y paciente conquista a la chica más linda y difícil.Algunas veces regresan chispazos de aquellos ensoñadores amores, cuya sola sonrisa nos embriagaba, pero de pronto nos sorprendemos “ridículamente cursis” y volvemos a ponernos la máscara. Miro a mis alumnas trazar con dulzura nombres y dibujitos y pienso: Los amores adolescentes son furtivos, contradictorios, caprichosos, hirientes y hasta crueles. No obstante, colmados de devoción. Sólo en esta etapa se es capaz de entregarlo todo a cambio de nada. Con la edad exigimos más de lo que damos. De tanto querer explicar todo ese misterioso mundo de los afectos, terminamos por matarlo. Nos acostumbramos a fingir, a actuar en función de los demás. Quizá por ello, cuando se apaga la llama, buscamos a alguien joven para robarle la delicada e inocente rebeldía que no supimos atesorar.

miércoles, 1 de octubre de 2008

AMORES ETERNOS Y AMORES INFIELES

Reiteradamente suelo volver a mi niñez durante los sueños. Será tal vez porque anhelo retornar a la inocencia de sus días, o porque he dejado cuentas pendientes, y regreso a corregir el pasado armado de la madurez del presente. Mis imágenes oníricas son las mismas aunque varían las historias. Ahí están mis amores imposibles, detenidos en la eterna frescura de su juventud. No envejecen como yo que soy atacado por ráfagas de soledad que es lo mismo que vejez. La vivencia plantea dos temas universales: la ETERNIDAD de un amor incólume, producto de su imposibilidad y la FIDELIDAD de esas criaturas celestiales, llenas de mágica nostalgia que acuden puntualmente a visitarme para realizar en sueños, lo que la dura realidad nos mezquinó. Borges decía que la única manera de olvidar a una mujer (que cese de dolernos en el corazón) era conquistando su amor. Ello explica la inmortalidad de aquellas chiquillas, cuya sonrisa era la antesala a un idilio siempre frustrado y por ello rebosante de vida. Entonces, si los amores imposibles son los únicos eternos, los realizados son lastimeramente finitos. ¿Por qué? Los científicos que saben poco de estas cosas, lo explican por el cese de la dopamina o droga del amor que segrega el cerebro generando la pasión y la ternura desbordantes, aunque perecederas, a la presencia de una persona, pero que una vez agotada, sólo vuelve a activarse ante otra. El cerebro, a diferencia del corazón, sólo es brevemente romántico. Las parejas que perduran, entonces, son las que han creado nuevos vínculos, que hacen la vida llevadera cuando la atracción se acaba. Si los AMORES ETERNOS sólo existen en los confines de lo ideal e irrealizable, los únicos AMORES FIELES en ese mismo mundo artificioso son los que nunca se realizaron. Consecuentemente, la infidelidad tiene dos causas cruciales: cuando se deja de amar (infidelidad cíclica), o cuando somos eternamente insatisfechos (infidelidad permanente). Paradójicamente, amiga Jackie, la insatisfacción, que inútil, pero fecundamente, nos lleva a buscar la perfección, también es la que nos lleva a buscar al ser que tiene aquello de lo que carece nuestra amad@.