lunes, 29 de septiembre de 2008

PREJUICIOS Y COSIFICACIÓN DE LA MUJER

A los 15 años, cuando se vive heroicamente, quién no ha sufrido el desgarro de ver a la amada adolescente marcharse con otro. Sin embargo, por aquello de que la vida da vueltas, algunas veces contemplamos, acaso con la secreta satisfacción de “eso te pasa por no venirte conmigo”, como es abandonada con un niño a cuestas. Entonces renace algo dentro de nosotros al comprobar que nuestra musa o ex musa, aprendió la lección. Debido a la complejidad de la vida, el tema trasciende lo afectivo. Por ejemplo, alude al incremento de madres solteras en nuestro medio, como consecuencia de la falta de orientación en aspectos afectivos y sexuales, tan febriles a esa edad. Pero como los tiempos cambian, muchas de estas jóvenes madres, retoman sus frustradas metas y salen adelante, como fruto de su esfuerzo en los estudios y/o el trabajo. Pero a pesar de todo, los prejuicios ponen trabas. La nefasta cosificación sexual de la mujer, afecta mucho a estas jóvenes. Seré crudamente explícito para entendernos. Sucede que muchos hombres, con una calamitosa vida familiar e inferiores valores morales, ven en ellas la oportunidad para la ansiada aventura amorosa, por la estúpida percepción de que, como “ya han probado el sexo”, están ávidas por repetirlo con el primer “semental” que se presente. Lo anterior demuestra que la mayoría de estos “machos”, desconoce que la sexualidad de la mujer es mucho más holística o integral. Dicho en cristiano, no suelen concebir el sexo, separado del afecto. Consecuentemente, la “vergonzosa” abstinencia masculina, no significa ningún problema para ellas; y mucho más aún si consideramos, la sublimación de toda su pulsión sexual hacía el cuidado y amor de sus vástagos. A lo largo de la vida he conocido a muchas madres solteras de una ejemplar madurez – los golpes enseñan – producto de aprender a discriminar y a valorar a las personas y a la existencia misma. El deber de educar a sus niños, forma en ellas actitudes muy humanas y responsables. Obviamente hay excepciones, pero éstas confirman precisamente la regla sobre lo que escribo. En una sociedad marcadamente machista, es un doble mérito que estas jovencitas, sequen sus lágrimas y se den, a costa de perseverancia, una segunda oportunidad. No creo equivocarme si, dejando de lado arcaicos e hipócritas estereotipos, además de la formación preventiva, les abrimos la escuela (en especial las que se dicen cristianas) a las jóvenes que truncaron su secundaria. En las instituciones superiores, se ha avanzado mucho y, en la mayoría de los casos, son competentes estudiantes. La resiliencia es la capacidad para convertir las carencias, los reveses y las dificultades en la energía que impulsa hacía el éxito personal. A diferencia de lo que pensamos, la mujer es mucho más fuerte que el hombre, verbigracia las madres que se organizan en comedores populares para alimentar a sus hijos, mientras muchos de sus esposos, parasitariamente caen en el alcoholismo y hasta en la delincuencia. Consecuentemente, se debe trabajar más radicalmente el cultivo y desarrollo resiliente en escuelas y hogares para emular y potencia el ejemplo de las madres solteras.

viernes, 26 de septiembre de 2008

NECESITO "CHICAS DE BUENA PRESENCIA"

Lo prefiguró Julio Ramón Ribeyro en el moreno Roberto López quién, convencido que no había otra forma de tener éxito que siendo gringo, dedicó casi toda su vida a transformarse en tal. Cierta tertulia marxista sobre como el trabajo mecanizado deshumanizaba a los obreros, me hizo intuir alguna relación. Sin embargo fueron las chicas que trabajaban en las galerías comerciales quienes le dieron claridad al asunto. En algún momento comenté a un amigo, no entender mi encanto por ellas. No necesité esforzarme para encontrar la explicación. Habían sido seleccionadas por la exuberancia o esbeltez de su cuerpo. Tenían que atraer al público al igual que las chicas de los grifos embelesan a los conductores  con sus atuendos ceñidos al cuerpo. Precisamente el tema alude a la deshumanización, en este caso de la mujer. Los propietarios no contratan a personas, lo que ávidamente contratan son caras bonitas y sobre todo curvas despampanantes. Sin embargo se trata del efecto de un fenómeno mayor. Me refiero las millonarias campañas publicitarias, quienes mostrando a las modelos como objetos, habían impuesto la pauta. Los hombres compran más cerveza si está asociada a una mujer bonita. Inconscientemente (hablando en lenguaje freudiano) consumen a unas de ellas en cada trago. Entonces el estereotipo se masificó. Chicas bonitas en un stand y mucho mejor si visten un jean que resalte su derriere. El tema está lejos de ser anecdótico. Alude directamente al concepto de alienación (carencia del SER), pero no la producida por brutal trabajo en las fábricas europeas denunciada por el viejo Marx, sino a la reducción de la valía de una mujer a la exhibición de sus curvas. Poco cuenta su talento y su capacidad. Respecto a esta deshumanización, producto del materialismo mercantilista, insisto,  no se trata de la admiración estética de la mujer que, antes que degradarla, la eleva. Me refiero a la imposición del exhibicionismo corporal como requisito insustituible para el éxito en un contexto de consumismo mundial.  En nuestro tiempo es una realidad comprobada que, salvo excepciones, el valor de un ser humano no está en lo que "es", sino en lo que "tiene". Para una mujer no cuentan sus conocimientos, sino sus redondeces, no su capacidad, sino su vestimenta. Finalmente – duele decirlo – un factor decisivo para obtener un puesto, es el caudal de sus encantos que, a discreción, puede ofrecer a su jefe. A estas alturas, la legítima preocupación de muchos educadores, es la desleal competencia de la publicidad y su poderoso aliado la televisión. Podemos conmover hasta las lágrimas a nuestras jóvenes alumnas con el brutal relato del holocausto judío: y mucho más aún con el hondo y humano dolor de Vallejo. Pero de poco servirá, si cuando egresen y van a buscar trabajo, no les preguntarán nada de ello, sino les pedirán que se pongan un sensual pantalón, y su contratación dependa de la saliva que corra por los labios del dueño de la empresa al mirarlas.

jueves, 25 de septiembre de 2008

RECETA PARA SER FELIZ

En un pasaje de su novela “La Tregua”, Mario Benedetti hace decir a uno de sus personajes que la felicidad no es aquel deslumbramiento embelesado que sentimos al descubrir una piedra preciosa en el fondo de un arroyo, sino que aquella, se encuentra en los destellos de colores que produce el sol en el aguas del arroyo. En otras palabras, es mucho más real y duradera. La metáfora nos recuerda cuantas veces imaginamos y buscamos la dicha como si fuera un permanente carnaval. En esa búsqueda tomamos el camino más fácil, pero artificial e incluso nocivo. Indiscriminadamente echamos mano de sucedáneos como fiestas, bullicios, licores y hasta drogas. Para el poeta uruguayo en cambio, el más hondo deleite se logra con una afinada sensibilidad (captar la belleza y emocionarnos con ella), y con la plena conciencia de que cada momento es irrepetible y debe ser vivido con intensidad. Por el contrario, es habitual que cuando nos enfurecen o lastiman, el rencor o la tristeza nos duren horas, días y semanas. Al darle vueltas y vueltas al asunto, hacemos de la auto tortura una práctica. Sin embargo cuando vivimos una grata experiencia, el gozo nos dura poco y no pensamos sobre lo importante que ha sido en nuestra vida. Es decir buscamos mucho más el sufrimiento que la felicidad. Sucede que, cultural y socialmente, nos han educado para el dolor. En lo afectivo – ojalá lo fuéramos en lo intelectual - somos inclementes con nosotros mismos. Nos flagelamos por cada frustración emocional y no disfrutamos, ni siquiera tomamos conciencia, de los momentos cotidianos de felicidad. Desconocemos que, así como un buen libro alimenta nuestro intelecto, la capacidad para maravillarnos ante aquello que parece cotidiano, también nutre nuestra afectividad y cultiva en nosotros es vocación de felicidad que le otorga brillo y color a nuestra vida...

ANGIE. MÁS QUE UNA CANCIÓN

Es una fría mañana, de esas como para quedarse en la cama abrigándose, escuchando viejas baladas en inglés. "Angie" en la desgarradora voz de Mick Jagger, la guitarra de Keith Richards y el piano de Nicky Hopkins es pura ternura melódica que conmueve cálidamente. El "loco" Mick, seguramente con mucho humo en el cerebro - Nunca se proclamó modelo para nadie - la compuso para Angela Barnett (muestrando sus encantos en la foto), esposa de su amigo David Bowie en 1973. Las malas lenguas dicen que se la "levantaba". Quizá era así, pero... Mejor compartamos algo: "...Angie, Angie, ¿When will those clouds, all disappear? Angie, Angie ¿Where will it lead us from here? Lastimera letra que mi deficiente inglés convierte en: "Angie, Angie ¿Cuándo desaparecerán todas esas nubes? Angie, Angie ¿De aquí a dónde nos llevarán?". El hecho es que lo excelso de esa canción, precisaba de un embriagador afecto, quizá producto de un desliz amoroso. En fin. Vayamos al punto a donde quiero llegar. Seguramente más de uno ya se escandalizó por mi "apología" de la infidelidad o del adulterio. Sin embargo la vida y la realidad son mucho más complejas y es necesario ahondar. Educar a los jóvenes implica primero sumergirnos en su mundo pleno de intensidad emotiva. Lamentablemente, de "adultos", perdemos mucho de la sensibilidad y de la fantasía que colorean aquella etapa. Nuestra alma se envejece. Nos volvemos aburridos y de allí a la mediocridad, a la hipocresía y la doble moral, hay poca distancia. En ese momento las arrugas y costras del espíritu, se llevan, además de nuestra inocencia, nuestros sueños, nuestros ideales, nuestra sana rebeldía, y lo que es peor, nuestra capacidad para volar en alas de la imaginación. Entonces, deleites como la poesía y la buena música, se tornan ajenos para nuestra alma. Por tanto, la "malicia" y la "inmoralidad", de "Angie" y de los "Rolling> Stones" es sólo aquella que anida en nuestro envejecido interior y que se torna en el gris cristal con el que miramos la canción. No alcanzamos a ver en cambio, que los afectos no son buenos ni malos, sólo son; que amar a alguien no significa hacerla nuestra propiedad; y sobre todo que el peor dolor, es el que uno mismo se infringe, porque en el fondo no es otra cosa que la valoración de los actos propios o ajenos. Por ello en las grandes almas, verbigracia Mahatma Gandhi, no encuentra espacio el odio, el resentimiento, la envidia ni ninguna emoción negativa, tampoco el amargo y estéril sufrimiento que está reservado para nosotros los pequeños. Por lo tanto el arte, como por ejemplo la música, es un bello camino para exorcizarnos de aquella miseria afectiva.

martes, 23 de septiembre de 2008

ANGELINA Y LA CAJA BOBA

Me despierto a las cinco de la madrugada y ya no puedo dormir. Si viviera en el campo, ¡Oh maravilla! ya comenzaría con las labores matinales. Como no es así, enciendo el televisor y me atrapa la belleza de Angelina Jolie. Se trata de un drama algo pueril, pero ya no puedo cambiar de canal. La caja boba ha hecho su trabajo de una forma impecable. No existe mejor anzuelo que los labios sensuales de la Jolie. Me concentro en la historia para buscar algo hondo porque los seres humanos - hasta los de las películas - son complejos. Se trata de la típica historia del hombre gris y anodino que se convierte en héroe rescatando a la ingenua Angelina y a su madre, de las garras de un neurótico rufián. Una mala imitación de esa obra maestra de Martin Scorsese llamada "Taxi Driver". Pero de todos modos vale la pena exprimirla y sacarle algo. Para comenzar sucede en la vida real, y Hollywood lo sabe, que la belleza, especialmente femenina, tiene un halo turbador y hasta trágico. Los hombres son capaces de morir o vivir, por conseguir el amor de una Afrodita. Decía Borges que hay dos cosas que ponen a prueba el coraje de un hombre: la guerra y la mujer y, para continuar con aquel sabio y encantador ciego; sucede que quienes se creen animosos o corajudos, descubren que la cobardía anida en sus corazones y viceversa. Sucede también, que en los temperamentos aturdidos, un autodestructivo impulso los lleva a renunciar a la paz y la felicidad de una esposa y de unos hijos buenos y comprensivos; para arruinar su vida en el infausto afán de poseer unos labios, unos ojos o un cuerpo voluptuoso. El cielo, para estos espíritus épicos y atormentados, es la efímera, pero destellante sensación de desafiar al destino que les había fijado el sendero a seguir. Ninguno de los destinos es malo ni bueno. De la plácida vida del esposo leal y del ejemplar padre, surgen los modelos que devuelven la fe en la capacidad del hombre para hacer el bien. De la trágica y bizarra vida del apasionado que lo abandona todo por una mujer, surge la mejor literatura, parte de la cual se convierte en cine y acompaña las insomnes noches de mortales como yo. Ambos arquetipos no existirían uno sin el otro, así como la luz no existiría sin la oscuridad. En casi todos los films televisados del tipo que les he contado, aparece la advertencia "Ver en compañía de adultos". El programador da por sentado y le importa poco, si orientamos o no a los niños y jóvenes, pero si ni nosotros comprendemos las metáforas, los mensajes entrelíneas del lenguaje cinematográfico, poco podemos hacer. Concluyo entonces que más que la degeneración televisiva, es la superficialidad del hombre (Milan Kundera la llamó "Levedad"), uno de los más grandes males de estos tiempos.

lunes, 22 de septiembre de 2008

PRIMEROS AMORES Y OTRAS KURSILERÍAS

Tengo la impresión que quienes amamos por primera vez durante la década de los ochenta – pienso en el rock en español - y seguro antes de aquellos tiempos, seguimos recordando intensa y tiernamente nuestras exploraciones sentimentales. Personalmente no he sido la excepción y algo de esas inolvidables vivencias puede generar positivas reflexiones. Primero fue Martha y después Roxanna y las recuerdo con la dulce nostalgia del paraíso perdido. Cada tarde caminaba unos tres kilómetros de “La Matanza” (el pueblo donde crecí), sólo para mirarlas, mientras disimulaba jugando partido cerca de sus casas. A semejanza de Bécquer o Machado, bastaba una sonrisa para hacernos felices. Hoy los jóvenes son más directos (“van al grano”) y la pornografía, el perreo, y otros venenos mentales, han empobrecido ese otrora místico romanticismo. Se aburren y hasta se asustan con la ensoñación solitaria, desconociendo que ésta despertará la más celestial ilusión o la más conmovedora nostalgia. Ese temor a la soledad lo evaden con el vulgar ruido musical, o con la televisión, perdiendo la riqueza interior que moldea el espíritu. Ese es queridos lectores, uno de los males de esta época, la carencia de una reconfortante y creativa interioridad. Tecnologías destinadas a comunicar mejor a la gente como el teléfono celular, la alejan aún más, al prescindir de aquella honda mirada a los ojos que permita conocer por completo el alma del ser amado. Hasta los temas de los diálogos, y no me refiero sólo a las parejas, se han trivializado perdiendo la ternura y profundidad, ennoblecedoras del alma. No es de extrañar entonces que los debates nacionales y sus protagonistas, no trasciendan el interés material y más que ideas, expresen agravios personales. En ese sentido, a semejanza del parasitario “tarjetazo” político, la tecnocracia, supuestamente mejor preparada, también ha sucumbido a esta deshumanización progresiva y, más allá de las cifras en azul, no busca la mejora de la calidad de vida de los pobres del Perú. Inferimos entonces que la pobreza, además de material, es fundamentalmente espiritual. Ignoramos pues, que la pequeñez emocional debilita la solidez moral, haciendo a las personas presa fácil de la corrupción. Es necesario entonces que el sano y elevado aprendizaje afectivo de niños y jóvenes, sea una de las piedras angulares de los cambios educativos que se anuncian. Personas que hagan del pensamiento crítico y de la salud emocional su praxis diaria, estarán mejor dotados para formarse y vivir una escala de valores que los libere de convertirse en los infecundos y oportunistas ciudadanos del futuro.

jueves, 18 de septiembre de 2008

LIBERTAD Y ALIENACIÓN

Es paradójico que tengamos miedo a la libertad, uno de los más valiosos bienes del hombre. Nos es más fácil someternos a los esquemas sociales (el stablisment), antes que seguir nuestras propias convicciones. Estamos más seguros pasando desapercibidos como “uno más del grupo”, que diferenciándonos de los demás. Precisamente la moda nació de este afán de parecernos a los otros, terminando uniformados como una tropa militar.Ojalá esta homogenización fuera sólo externa, pero no es así, pues saca a la luz nuestra despersonalización y lamentable pérdida de identidad.Los estudiosos del marketing publicitario conocen bien esta debilidad del ser humano y han encontrado en la televisión, la radio y los medios escritos, a los poderosos dictadores de la moda. Realizan su trabajo tan eficientemente que nos hacen creer que somos nosotros quienes escogemos, cuando son ellos los que nos inducen llenando nuestra mente de vistosa publicidad.Aunque podrían encauzar a las masas hacía actitudes y hábitos elevados no lo hacen. La razón es simple. No les conviene, pues cuanto más despierte la inteligencia de los “consumidores”, más difícil será manipularlos.Por ello han convertido cada sublime celebración u homenaje en un carnaval de compras y consumo. Y son ellos los que le han puesto precio a nuestros afectos haciéndonos creer, por ejemplo, que amar a los nuestros, se demuestra comprándoles el regalo más caro, antes que procurándoles ternura.Cuando tomemos conciencia de lo vacío y efímero que es lo material, estaremos comenzando a recuperar nuestra valiosa y honorable LIBERTAD.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

COSIFICACIÓN DE LA MUJER

Parece mentira pero no comprendemos el sustrato inconciente de muchas palabras que decimos cotidianamente. “Mi papá”, “mi amor”, “mi camisa”, tienen en común el adjetivo posesivo “mi” que denota propiedad. Todo parece normal. No obstante cuando se trata de algo valioso, nos invade el egoísmo y esa propiedad se torna exclusiva y excluyente, surgiendo los celos producto del temor a perderla. Lamentablemente no termina ahí el problema, pues si nos dejamos llevar por el apasionamiento, involucionamos hacía la tiranía, maltratando e hiriendo a quien nos “pertenece”.Sucede que hemos cosificado al ser amado, olvidando que tiene algo maravilloso: sus afectos o emociones, y así como tiramos al guardarropa la camisa que ya vestimos, hacemos lo propio con las personas.El origen de esta equiparación de la persona al objeto, depende mucho del criterio de elección de ésta. Cuando compramos ropa, optamos por la más bonita, materialmente hablando. Esto funciona con las cosas, pero no con los seres humanos, sencillamente porque éstos tienen conciencia, libertad y sentimientos, causándoles dolor al tratarlos como objetos.Liberarse de este sentido de posesión material de las personas parte de valorarlas, respetarlas y sobretodo AMARLAS EN EL MÁS ALTO SENTIDO DE LA PALABRA. Esto significa construir relaciones de igualdad, de horizontalidad y reciprocidad. Nadie es superior a nadie, nadie maltrata a nadie y sobre todo, simbólica y románticamente hablando: “TU ERES MÍA, ASÍ COMO YO SOY TUYO”

lunes, 15 de septiembre de 2008

¿ENCANTO O BELLEZA?

Siempre que vamos a una fiesta observamos a una dama cabizbaja o aburrida, porque nadie la invita a bailar.Generalmente se trata de una señora, pariente de una de las agraciadas jovencitas que son disputadas en cada “pieza”. Otras veces, y es más patético, la infortunada también es joven, pero físicamente poco favorecida, y su drama aumenta si hay menos danzantes varones (“es mayor la oferta que la demanda”). Se trata de la cruel competencia darwiniana en plena acción. “Sobreviven los más aptos”, en este caso las más bellas – no olvidemos que vivimos en la dictadura de la videocracia – por aquello de que “todo entra por los ojos”.Esas situaciones son una evaluación patente de la magnitud de nuestra autoestima. Está claro que – inconcientemente – uno valora y busca aquello de lo que carece, o cree carecer para ser más preciso, ergo, bailamos con las “bonitas” porque en el fondo nos percibimos “feos”.Cuan equivocados estamos confundiendo “belleza” con encanto (algunas veces ambos se juntan). Lo primero es externo, frío, superficial, frívolo y no se puede disfrutar. Lo segundo es nada menos que la belleza interior que aflora en una mirada, en una sonrisa, en una palabra y alimenta deliciosamente al espíritu.Si la dama, a quien no sacamos a bailar, supiera esta verdad, lejos de sentirse humillada, constataría que no se pierde nada bueno, pues en esa fiesta, no hay caballeros, lo suficientemente inteligentes y sensibles (no suelen frecuentar las fiestas) que merezcan su atención o su encanto.

sábado, 13 de septiembre de 2008

EXPERTOS EN AUTOLASTIMARNOS


Es frecuente sentirnos heridos por los demás. Culpar al otro de todos nuestros infortunios. Nada más equivocada. Las personas hacen o dejan de hacer cosas (a veces de palabra) que nos afectan mucho o poco. Sin embargo,  nosotros  les damos un valor, y por lo tanto, una reacción emocional. Eso significa que finalmente está en nuestras manos hundirnos en el dolor o voltear la página y aprender una nueva lección de vida. “Fácil es decirlo, pero difícil hacerlo” me dirán, pues no somos máquinas que siempre actuamos de manera lógica. Es verdad, pero también es cierto que los seres con grandeza espiritual, jamás serán heridos por otros inferiores, y también es cierto que sólo nos lastiman las personas que amamos. ¡He ahí el detalle! Debemos hacernos entonces dos preguntas claves: ¿Esa persona se merece nuestro valioso amor? Y consecuentemente ¿Vale la pena que suframos por ella? Si la repuesta es “SI”, ha llegado el momento de vivir nuestro duelo y decir Adios con dignidad y gratitud por la vida, para volver a comenzar. Total, el mundo está lleno de llegadas y partidas. Si la respuesta es “No”, entonces a buena hora que abrimos el velo de la verdad y evitamos que las cosas se compliquen. En ambos casos habrá algo de desgarro y, aunque es difícil, éste puede convertirse en creativa inspiración, tornándose en dulce poesía o en honda reflexión...

viernes, 12 de septiembre de 2008

TEMOR A LA SOLEDAD

Algunas veces somos infelices porque no estamos habituados al silencio y a la soledad. Ambos los sentimos como un insoportable martirio, simplemente porque somos esclavos de las imágenes, del bullicio y de las luces. La frase “estoy aburrido” es una forma de decir: “quiero salir, a bailar, o a comer”, “me falta alguien para chatear”, o “no hay nada bueno en la televisión”. En el fondo le tenemos pavor y huimos de nuestro mundo interior. A veces porque nos encontramos con la nada, o lo que es peor, con ancladas culpas, rencores y resentimientos que hieren nuestro corazón.  Por ello debemos sumergirnos en los abismos de nuestro  alma, pero no para quedarnos ahí, sino para sacar a la luz aquello que nos martiriza. Quizá entonces descubramos que no es tan terrible como pensábamos. Y es que, a veces, somos exageradamente inclementes con nosotros mismos. Debemos tener la convicción que es psicológicamente sano aprender a perdonarnos, para luego perdonar a los demás.
La soledad y el silencio serán bellos sólo cuando descubramos el inconmensurable mundo de los sueños creativos y de los sublimes recuerdos. Cuando de los confines del ayer y del mañana brote poesía, plasmada en cualquier obra, habremos aprendido a llenar el vacío. Entonces el presente (la vida) se edificará sobre las enseñanzas del pasado y sobre los ideales del futuro. En ese momento, quizá sin darnos cuenta, descubriremos el enorme manantial de felicidad que nos hemos estado perdiendo.  

DESHUMANIZACIÓN

La maldad del mundo ha terminado por deshumanizarnos. Tenemos desconfianza de los demás y estamos a la defensiva. Otras veces sólo damos importancia a la apariencia física, perdiéndonos lo más valioso de un ser humano: su alma. Somos complejos y por ello frecuentemente no nos entienden y hasta nosotros mismos no nos entendemos, pues de pronto nos invade el vacío cuando creíamos estar felices. A veces nuestros entornos nos llenan de prejuicios acerca de los otros. Fácilmente llamamos “loco” o “anticuado” a aquel que es diferente al común de la gente. Debemos buscar aquella virtud que el amigo (conocido o desconocido) cultiva y que nos enriquecerá espiritualmente. Una vida interiormente vacía, irremediablemente nos llevará a la amargura y al sin sentido que oscurece nuestros días. Sólo podemos ser felices limpiando nuestro corazón de miserias afectivas Aprendamos a dar sin esperar. Que la alegría brote de nuestro interior y no de lo que los demás nos den. Apostemos por los grandes ideales y sobre todo hagamos del amor cristiano la actitud con la que acogemos al incomprendido y al que sufre. Mañana podemos ser nosotros los que necesitemos consuelo y ternura. AMEMOS EL AMOR Y BUSQUEMOS LA AMISTAD DE AQUELLOS DE QUIENES PODAMOS APRENDER ALGO BUENO. NO NOS RESIGNEMOS A VIVIR EN LA PRISA Y EN LA RUTINA, PUES LA FELICIDAD Y LA VIDA, SON AL FIN Y AL CABO, LA SUMA DE LOS MOMENTOS GRATOS.