viernes, 26 de septiembre de 2008

NECESITO "CHICAS DE BUENA PRESENCIA"

Lo prefiguró Julio Ramón Ribeyro en el moreno Roberto López quién, convencido que no había otra forma de tener éxito que siendo gringo, dedicó casi toda su vida a transformarse en tal. Cierta tertulia marxista sobre como el trabajo mecanizado deshumanizaba a los obreros, me hizo intuir alguna relación. Sin embargo fueron las chicas que trabajaban en las galerías comerciales quienes le dieron claridad al asunto. En algún momento comenté a un amigo, no entender mi encanto por ellas. No necesité esforzarme para encontrar la explicación. Habían sido seleccionadas por la exuberancia o esbeltez de su cuerpo. Tenían que atraer al público al igual que las chicas de los grifos embelesan a los conductores  con sus atuendos ceñidos al cuerpo. Precisamente el tema alude a la deshumanización, en este caso de la mujer. Los propietarios no contratan a personas, lo que ávidamente contratan son caras bonitas y sobre todo curvas despampanantes. Sin embargo se trata del efecto de un fenómeno mayor. Me refiero las millonarias campañas publicitarias, quienes mostrando a las modelos como objetos, habían impuesto la pauta. Los hombres compran más cerveza si está asociada a una mujer bonita. Inconscientemente (hablando en lenguaje freudiano) consumen a unas de ellas en cada trago. Entonces el estereotipo se masificó. Chicas bonitas en un stand y mucho mejor si visten un jean que resalte su derriere. El tema está lejos de ser anecdótico. Alude directamente al concepto de alienación (carencia del SER), pero no la producida por brutal trabajo en las fábricas europeas denunciada por el viejo Marx, sino a la reducción de la valía de una mujer a la exhibición de sus curvas. Poco cuenta su talento y su capacidad. Respecto a esta deshumanización, producto del materialismo mercantilista, insisto,  no se trata de la admiración estética de la mujer que, antes que degradarla, la eleva. Me refiero a la imposición del exhibicionismo corporal como requisito insustituible para el éxito en un contexto de consumismo mundial.  En nuestro tiempo es una realidad comprobada que, salvo excepciones, el valor de un ser humano no está en lo que "es", sino en lo que "tiene". Para una mujer no cuentan sus conocimientos, sino sus redondeces, no su capacidad, sino su vestimenta. Finalmente – duele decirlo – un factor decisivo para obtener un puesto, es el caudal de sus encantos que, a discreción, puede ofrecer a su jefe. A estas alturas, la legítima preocupación de muchos educadores, es la desleal competencia de la publicidad y su poderoso aliado la televisión. Podemos conmover hasta las lágrimas a nuestras jóvenes alumnas con el brutal relato del holocausto judío: y mucho más aún con el hondo y humano dolor de Vallejo. Pero de poco servirá, si cuando egresen y van a buscar trabajo, no les preguntarán nada de ello, sino les pedirán que se pongan un sensual pantalón, y su contratación dependa de la saliva que corra por los labios del dueño de la empresa al mirarlas.

1 comentario:

Luz Pintado dijo...

Tienes razón en lo que expresas, justamente por ello escribi algo titulado "El Mundo Es DeLos Jóvenes". Exitos,un abrazo. Te olvidaste de mí?.Bye